Al poco tiempo fue interceptada una carta del príncipe al rey de Prusia notificándole ocultadamente todos los movimientos del ejército frances, por cuyo motivo fue arrestado e iba a ser juzgado por un consejo de guerra, del que acabaría, como puede usted querido lector suponer, condenado a muerte. La esposa del príncipe corrió a hecharse a los pies de Napoleón, creyendo que su marido era inocente y que iba a ser víctima del odio del rey hacia Francia. Napoleón, pronto, desengaño a la mujer explicándole el verdadero motivo de su detención y delito. La esposa, obviamente, esclamó que sin lugar a dudas debía de ser mentira, a lo que Napoleón dirigiendose hacia la triste mujer le contestó:"Señora, vuestra merced conoce la letra de su marido, pues lea vuestra merced y sea su juez". La princesa, que estaba embarazada de ocho meses, comenzó a perder el color a medida que iba leyendo la carta, sabiendo, sin lugar a dudas, que la letra pertenecía a su esposo. Napoleón, conmovido por las lágrimas de la mujer, le dijo: "Pues bien, ya que vuestra merced tiene la carta, arrójela al fuego: aniquilándo este documento, no podré ya condenar al marido de vuestra merced". La mujer que no esperó a que el emperador lo repitiera nuevamente, acabó con la carta, e inmediatamente se dieron ordenes de dejar en libertad al príncipe.
Hace 2 años