Todos recordaremos aquella interminable lista de treinta y tres reyes Godos que tuvieron que aprenderse nuestros padres o abuelos en la escuela. Pues bien, la historianecdótica de hoy habla de uno de estos reyes, concrétamente del rey número veintinueve: Wamba (? - 688).
A la muerte de Recesvinto, su antecesor, quedó vacante la corona del reino. No pocos nobles se la disputaban, y como era difícil llegar a un acuerdo, alguno de ellos y varios obispos resolvieron elegir a Wamba, un noble de edad avanzada que vivía retirado y entregado al cultivo de sus tierras.
Llegaron, pues, algunos guerreros con la corona a la mansión de Wamba suplicándole que la aceptara. El noble la rechazó excusándose en su vejez y que él no entendía los negocios del reino.
Tras la insistencia de los guerreros, y rehusar repetidas veces a la corona, un soldado, finalmente, sacó su espada y colocándosela frente al cuello le dio a elegir entre la corona o la muerte.
Wamba tomó en silencio la corona y tras ello fue llevado a Toledo para su coronación.
Ocho años fue rey en un reino en el que las revueltas por parte de otros nobles y ataques musulmanes no faltaron. Finalmente, traicionado, fue engañado con un narcótico y tras esto le cortaron la cabellera -símbolo de dignidad-, para acabar vistiéndolo de monje.
Cuando Wamba, al despertar, se vió tonsurado, silenciosamente se retiró a un monasterio y en él terminó sus días.