En 1408 se firmó una tregua entre los Reyes de Castilla y de Granada. El rey de la ciudad morisca era Mohamed II, el cual se hallaba gravemente enfermo, y queriendo que le sucediese en el trono de Granada su hijo y no su hermano Yusuf, a quien tenía preso en un castillo, ordenó al verdugo que diese muerte y le entregara la cabeza.
El verdugo, sin perder tiempo, fue a cumplir su cometido, y encontró a Yusuf jugando una partida de ajedred con el alcaide de la fortaleza.
Al ver Yusuf al verdugo este le preguntó:
-¿Qué pide mi hermano? ¿Mi cabeza?
-Así es, señor -contestó el verdugo.
-Está bien -añadió Yusuf-. Concededme algunas horas para despedirme de mi familia y repartirles mis joyas.
-Señor, no puedo -repuso el verdugo.
-¿No podéis? Pues al menos, dejadme terminar esta partida de ajedred.
- Concedido -terminó el verdugo.
Y se sentó a su lado.
Continuó la partida. Ya estaban próximos a terminarla cuando se oyó gran algazara en el exterior. En esto, entraron en la sala del castillo dos caballeros de Granada explicando que había muerto el rey Mohamed y que toda la población había proclamado por rey a su hermano Yusuf.
Y era cierto.
Y he ahí como Yusuf, próximo a ser decapitado, se encontró a los pocos minutos rey de Granada, convirtiéndose así en Yusuf III.