miércoles, 11 de noviembre de 2009

El trono subastado


Tras la muerte del emperador Cómodo en el último día del año 192 d. C. los posibles asesinos de este decidieron que su sucesor debía de ser Pertinax. Este nuevo emperador, al principio se negó a aceptar este poder, pero finalmente acabó aceptándolo.

Durante su mandato, Pertinax, trató de recuperar las arcas del tesoro público y emular la moderación de Marco Aurelio (121-180) respecto a su gobierno y la antigua disciplina. Estas medidas, junto a otros motivos, acabó enfrentándolo a los pretonianos, que habían gozado, con el anterior emperador, de total libertad en sus actuaciones.
En el 193 d. C., un grupo de militares acabaron con la vida Pertinax, convirtiendo a este emperador en uno de los más efímeros con tan solo ochenta y siete días al mando del Imperio.

A su muerte se produjo un vacío de poder que se debía de resolver. Como los candidatos eran tan numerosos, los pretorianos decidieron sacar a subasta el trono imperial. Los dos postores más importantes fueron el suegro de Pertinax y el senador más rico de Roma, Didio Juliano.
Finalmente, tras una larga y dura puja, el ganador de esta fue Didio Juliano, que compró el trono por la suma de trescientos millones de sestercios, convirtiéndose en el nuevo emperador.