domingo, 13 de septiembre de 2009

Todos eran Reyes


En tiempos de Enrique III de Castilla (1379 - 1406), también llamado el Doliente, había llegado a tal pobreza la Casa Real que un día, en Burgos, al regresar de una partida de caza, se encontró el Rey con que el despensero de palacio no pudo prepararle cena por carecer de dineros.
Entre tanto, los magnates, dueños de cuantiosas rentas, celebraban un banquete opíparo. El Rey, disfrazado, tuvo ocasión de verlo por sus propios ojos.
Al día siguiente, el rey Enrique III, fingió hallarse enfermo. Asistieron los magnates a palacio, y cuando todos se hallaban reunidos en una habitación, entró el Rey con la espada desnuda, seguido de un pelotón de hombres de armas. Los nobles, al verles, quedaron sobrecogidos.
Sentóse el Rey, y dirigiéndose al más anciano le preguntó:
-¿Cuántos Reyes habéis conocido en Castilla?
El anciano meditó un momento y contestó:
-Señor, he conocido cinco.
-¿Cómo es, -repuso el Rey- que vos, que sois más anciano solo habéis conocido cinco, y yo, que soy joven, he conocido a más de veinte?
-¡Veinte, Señor!
-Sí; vosotros sois los verdaderos Reyes de Castilla puesto que disfrutáis las rentas y los derechos reales, mientras yo, despojado de mi patrimonio, carezco de lo necesario para mi sustento.
En ese momento, entró el verdugo, con el tajo y el hacha; los nobles se pusieron de rodillas pidiendo clemencia y el Rey los tuvo en prisión dos meses, hasta que le devolvieron todas las rentas que habían usurpado a la Corona.