A finales del Siglo XIX la jet-set de Estados Unidos vivía adicta a una sustancia, la morfina. Esta droga había causado más de una muerte y estragos a los consumidores. Éstos presionaron a los científicos para que diesen algún tipo de remedio a la adicción.
Para poner fin a la morfina en 1879 una seríe de científicos inventaron la cocaína. Dicha droga disminuía el consumo de morfina, pero como el lector supondrá, la cocaína no se iría tan fácilmente de las salas de fiestas de los drogadictos del Siglo XIX.
La morfina era mala, pero la cocaína lo único que supuso fue un empeoramiento de las consecuencias de tomar drogas. La anecdóta de hoy nos enseña que no hay nada peor para solucionar un mal que otro mal más fuerte.
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