Ese Febrero del 36 fue tempestuoso y esperanzador, los partidos de Izquierda, unidos en una gran coalición (Frente Popular) tenían la llave para volver a retomar la senda de progreso que dejaron aparcada en 1933 tras perder las elecciones.
Iba Don Manuel Azaña de camino a Valencia cuando el tren se paró en una estación, la masa enfervorecida esperaba ver durante unos instantes al que sería su futuro Presidente de la República. Azaña escuchaba los gritos de la masa cuando un grupo de simpatizantes empezó a gritar ¡Muerte a la Burguesía!, Azaña, que era un intelectual eminentemente burgués se sintió indignado pero no lo mostró al pueblo.
En la segunda estación ocurrió lo mismo.
El tren se dirigía a la tercera estación, al igual que en la primera y en la segunda el pueblo fue a recibir a su candidato, los muertes a la burguesía se volvieron a bramar en dicha estación, pero a diferencia de otras veces un colérico Azaña respondió al público con un ¡Idiotas yo soy burgués! El pueblo se quedó paralizado al ver así a su representante republicano.
Durante el trayecto restante hasta llegar a Valencia no se escuchó ninguna proclama en contra de la Burguesía.
Fuente: Anecdotario Político (Claudio Sánchez Albornoz)
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