La imagen que ustedes observan pertenece a un cuadro de Velázquez, y la mujer que en ella aparece es Margarita de Austria. Esta noble señora nacida en 1584 y que murió en 1611 fue la consorte de Felipe III.Pero en la historianecdótica de hoy no contaremos vida alguna sobre la Archiduquesa, sino que pondremos la vista más abajo, en su colgante.
En el pecho de la retratada se ve el brillante llamado Estanque con La Perla Peregrina.
¿Qué son ambas joyas?, se preguntará usted, curioso lector.
La Perla Peregrina, es lo que su propio nombre indica, y fue pescada en 1580 en el mar del Sur, tenía el tamaño de una "aceituna de Córdoba" y fue comprada por Felipe II.
El diamante Estanque fue encontrado en un arroyo de las proximidades de Madrid, y lo talló en brillantes un conocido lapidario de la época llamado Jácome Trezo.
Este curioso colgante, a partir de su compra por Felipe II, se convirtió en una importante pieza de las joyas de la monarquía española.
La historia es, que este joyel, pasó a manos de María Luisa de Orleans, esposa de Carlos II, la cual fue retratada con el mismo por José García Hidalgo.
Tras la guerra de sucesión y la llegada de los Borbones, los retratos cesaron. Existe constancia de que el primer Borbón, Felipe V, durante la Guerra de Sucesión ordenó a su esposa María Luisa de Saboya enviar sus joyas a Francia para empeñarlas, entre ellas El Estanque y La Peregrina. A pesar de ello, en las memorias que realiza el duque de Saint Simón, se describe a Felipe V en una visita a Versalles, portando la perla en su sombrero. De La Peregrina nada se sabe por entonces.
Más tarde, en el incendio y destrucción del Alcázar madrileño, ocurrido en 1734, se perdieron, además de importantes cuadros, planos y dibujos históricos, las joyas de la Corona, entre ellas la célebre perla. Pero La Peregrina vuelve a aparecer en un inventario realizado a finales del siglo XVIII en manos, según se cuenta, de la reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV.
Años después, durante la guerra de independencia, la joya fue robada. En esta disposición, La Peregrina desapareció.
José Bonaparte afirmó que se encontraba en poder de su esposa, el propio Napoleón aseguraba que se encontraba en Nápoles en manos de un joyero de la ciudad y Fernando VII creía que la tenía la esposa de Godoy.
Sin embargo, la perla siguió en poder de José Bonaparte y en su testamento se la dejó a su cuñada, la ex reina Hortensia de Holanda, con el fin de que sirviese para sufragar actividades políticas de su hijo Luís, más conocido como Napoleón III. Con el tiempo, los sucesos políticos europeos se complican, y durante su exilio en Londres en 1848 y en un momento de necesidad, Luís Napoleón decide vender la perla al primer duque Abercorn, si bien la familia del noble vende posteriormente La Peregrina a una joyería de Londres.
Para no extenderme más en esta intrigante historia contaré que la perla a lo largo del siglo XX, pasó por las manos de dos multimillonarios, hasta que en el año 1969 sale a subasta en una galería de Nueva York. La Casa Real española pujó por la joya, pero fue adjudicada, finalmente, al actor Richard Burton, que se la regaló a su esposa la actríz Elizabeth Taylor, que aún, a día de hoy tiene en su poder.
Sin lugar a dudas, la joya seguirá creando más trama que seguir a lo largo de los siglos que le queden.